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Desde La Luna

Despedida

Una despedida es siempre triste y sucia. No importa si eres el que se queda en el andén, agitando una mano que desea ser gancho, o viajero asustado y nervioso que ve difuminarse todo lo que amó. La despedida es, para todos, un agujero lleno de lágrimas por el que se cuela el frío de la ausencia.

Unas veces buscada y otras impuesta, la despedida puede ser necesaria para crecer, pero no siempre es así. Hay despedidas afiladas como una llamada en mitad de la noche, como una carta que no llega, como unos brazos que sujetan un cuerpo. Hay despedidas lentas y progresivas como hilera de hormigas, que dan tiempo a reaccionar y a preparar el pañuelo; otras fugaces y súbitas como tormentas de verano.

Hay despedidas que se van, y otras se agarran como parásitos, gusano que traga la vida y la alegría, velo que no deja entrar nada azul en las miradas. Hay despedidas que se arreglan con el mar, y otras que sólo se remiendan.

Hay tantas despedidas...

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