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Desde La Luna

Sensaciones

Abismo

Estoy a un paso

Del lugar donde no existe ya nada

Ni lenguajes
ni poemas
ni miradas
ni siquieras

Estoy a un paso
de vivir
de sentirme
de volverte
de mirarme

Estoy a un paso
del dolor
de la duda
tu caricia
mi mañana

Estoy a un paso
de un otoño
donde ya es invierno

Qué manera de buscarnos

(Este poema también pertenece a mi cocina literaria, lo escribí hace tiempo)

Lenguaje perdido

Tengo un sobrino de once meses que habla mucho; lo que pasa es que los demás somos torpes y no le entendemos. Dice un buen amigo que habla en un lenguaje mágico, al que sólo tenemos acceso cuando somos pequeños y cuyos códigos olvidamos a medida que nos hacemos mayores. Tal vez sea ese lenguaje el que buscamos al escribir, aquel capaz de conectar con el misterio de todas las cosas.

Comprendo la desesperación del pequeñajo cuando habla y habla, nos señala con el dedo suplicante y amenazante a la vez porque no le comprendemos; lo mismo me pasa cuando escribo la misma frase de cien formas distintas sin conseguir expresar lo que quiero.

Lenguaje perdido

Tengo un sobrino de once meses que habla mucho; lo que pasa es que los demás somos torpes y no le entendemos. Dice un buen amigo que habla en un lenguaje mágico, al que sólo tenemos acceso cuando somos pequeños y cuyos códigos olvidamos a medida que nos hacemos mayores. Tal vez sea ese lenguaje el que buscamos al escribir, aquel capaz de conectar con el misterio de todas las cosas.

Comprendo la desesperación del pequeñajo cuando habla y habla, nos señala con el dedo suplicante y amenazante a la vez porque no le comprendemos; lo mismo me pasa cuando escribo la misma frase de cien formas distintas sin conseguir expresar lo que quiero.

Lenguaje perdido

Tengo un sobrino de once meses que habla mucho; lo que pasa es que los demás somos torpes y no le entendemos. Dice un buen amigo que habla en un lenguaje mágico, al que sólo tenemos acceso cuando somos pequeños y cuyos códigos olvidamos a medida que nos hacemos mayores. Tal vez sea ese lenguaje el que buscamos al escribir, aquel capaz de conectar con el misterio de todas las cosas.

Comprendo la desesperación del pequeñajo cuando habla y habla, nos señala con el dedo suplicante y amenazante a la vez porque no le comprendemos; lo mismo me pasa cuando escribo la misma frase de cien formas distintas sin conseguir expresar lo que quiero.

Lenguaje perdido

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Comprendo la desesperación del pequeñajo cuando habla y habla, nos señala con el dedo suplicante y amenazante a la vez porque no le comprendemos; lo mismo me pasa cuando escribo la misma frase de cien formas distintas sin conseguir expresar lo que quiero.

Lenguaje perdido

Tengo un sobrino de once meses que habla mucho; lo que pasa es que los demás somos torpes y no le entendemos. Dice un buen amigo que habla en un lenguaje mágico, al que sólo tenemos acceso cuando somos pequeños y cuyos códigos olvidamos a medida que nos hacemos mayores. Tal vez sea ese lenguaje el que buscamos al escribir, aquel capaz de conectar con el misterio de todas las cosas.

Comprendo la desesperación del pequeñajo cuando habla y habla, nos señala con el dedo suplicante y amenazante a la vez porque no le comprendemos; lo mismo me pasa cuando escribo la misma frase de cien formas distintas sin conseguir expresar lo que quiero.

Lenguaje perdido

Tengo un sobrino de once meses que habla mucho; lo que pasa es que los demás somos torpes y no le entendemos. Dice un buen amigo que habla en un lenguaje mágico, al que sólo tenemos acceso cuando somos pequeños y cuyos códigos olvidamos a medida que nos hacemos mayores. Tal vez sea ese lenguaje el que buscamos al escribir, aquel capaz de conectar con el misterio de todas las cosas.

Comprendo la desesperación del pequeñajo cuando habla y habla, nos señala con el dedo suplicante y amenazante a la vez porque no le comprendemos; lo mismo me pasa cuando escribo la misma frase de cien formas distintas sin conseguir expresar lo que quiero.

Lenguaje perdido

Tengo un sobrino de once meses que habla mucho; lo que pasa es que los demás somos torpes y no le entendemos. Dice un buen amigo que habla en un lenguaje mágico, al que sólo tenemos acceso cuando somos pequeños y cuyos códigos olvidamos a medida que nos hacemos mayores. Tal vez sea ese lenguaje el que buscamos al escribir, aquel capaz de conectar con el misterio de todas las cosas.

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Lenguaje perdido

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Comprendo la desesperación del pequeñajo cuando habla y habla, nos señala con el dedo suplicante y amenazante a la vez porque no le comprendemos; lo mismo me pasa cuando escribo la misma frase de cien formas distintas sin conseguir expresar lo que quiero.

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Tengo un sobrino de once meses que habla mucho; lo que pasa es que los demás somos torpes y no le entendemos. Dice un buen amigo que habla en un lenguaje mágico, al que sólo tenemos acceso cuando somos pequeños y cuyos códigos olvidamos a medida que nos hacemos mayores. Tal vez sea ese lenguaje el que buscamos al escribir, aquel capaz de conectar con el misterio de todas las cosas.

Comprendo la desesperación del pequeñajo cuando habla y habla, nos señala con el dedo suplicante y amenazante a la vez porque no le comprendemos; lo mismo me pasa cuando escribo la misma frase de cien formas distintas sin conseguir expresar lo que quiero.