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Desde La Luna

Memoria

No es cierto que seamos sólo nuestra memoria porque, de ser así, al perderla nos perderíamos. Somos, también, memoria de los demás y memoria en los demás. Lo que somos en otros y lo que de ellos llevamos es lo que nos salva de la muerte. Los padres que pierden a su hijo son un agujero de dolor, pero guarda lo más preciado de quien se fue: su memoria. Memoria, recuerdo que va dando a otros y que así perdura entre las generaciones.

Tal vez por eso cuanto mayor es la tragedia mayor es el grado de permanencia, y en más gente. Los que hemos leído la historia personal de cada una de las víctimas del 11-M, las traeremos a nuestro recuerdo aun dentro de unos años, desencadenada su imagen por cualquier estímulo. Así también recordamos por siempre a los seres queridos, sin importar cuántos años sin ellos.

Nuestra vida se entrelaza con otras desde que nacemos. Cuando rememoramos algún momento de nuestra vida, solemos asociarlo a la presencia de otra persona, que permanecerá en nuestra memoria, y nosotros en la suya. Así, no es cierto que perdamos todo al perder la memoria; aun cuando todo nuestro ser sea fulminado por el tiempo, alguien nos traerá ante un álbum de fotos.

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