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Desde La Luna

Invisibles

Llegó un momento en el que los habitantes de la ciudad se habituaron tanto a los mendigos que, a fuerza de despreciarlos, se hicieron invisibles. Un día desaparecieron. Otro día se evaporaron los ancianos; otro, los enfermos más graves. Entonces la Muerte se enfadó tanto que decidió retirarse. Y se quedaron eternos, secos y estériles, el resto de los "humanos".

5 comentarios

lunaaaaa -

Que apasionante historia...desolada..pero apasionante

Anónimo -

Genial.
Esta blog se está poniendo cada vez más interesante.

Lidia -

A ver si algún día os conocéis, charlamos y escribimos un relato entre los tres. ¡Miguel, anímate con un weblog!

megustasutopia -

En aquella ciudad ser mendigo no sólo era un hecho despreciable sino que además constituía lo que aquellos denominaban pecado mortal en su férrea tradición religiosa. Los que habían cometido aquel pecado no sólo eran considerados, por el resto como seres, indignos de disfrutar el mismo suelo que ellos, sino que además eran los fracasados del sistema, desperdicios de la sociedad, holgazanes, perdedores y haraganes que en su vida no habían querido aprovecharse ni tan siquiera de una de las múltiples oportunidades que la sociedad les había brindado. Nadie en aquella ciudad, ni tan siquiera los propios mendigos, se cuestionaban que quizá la sociedad que se habían creado no era del todo impune a aquellos pecados tan graves. Todos preferían culpar a los que sobraban, a los que no aportaban nada.

Alekos -

Muchas gracias por quedarte hasta tan tarde ayer... Te iré comentando cada texto poco a poco. Este me parece precioso, pero...je,je,(espero ser positivo) yo completaría la frase "decidió retirarse del mundo".. Sigue así y escribe todos los días. un besazo, Miguel (compi de curso escritura)