El faro
Conduce en dirección a su pueblo, le quedan pocos kilómetros para llegar. Estas curvas ya le resultan familiares, las ha recorrido cientos de veces, en coche o andando; para ir a unas fiestas, para charlar con una muchacha, para despejar la cabeza antes de regresar a casa.
Algunas veces caminó hasta el faro sin detenerse y se le fueron las horas sentado sobre las rocas, escuchando lejano el mar, el desquiciante grito de las gaviotas. A pesar del frío y del viento salado, se quedaba prendado del destello intermitente, majestuoso frente a las aguas. Quién vería aquella luz, qué pensaría al saberse cerca de puerto. Sería su puerto, la familia que espera, o un hogar vació como el suyo. Pero algún día, algún día su casa sería de nuevo un faro y al verla desde lejos desearía llegar. Algún día al abrir la puerta le llegaría el olor del pescado en salsa, y correría a la cocina a abrazarla.
Estaba convencido; por eso nunca fue al cementerio.
Algunas veces caminó hasta el faro sin detenerse y se le fueron las horas sentado sobre las rocas, escuchando lejano el mar, el desquiciante grito de las gaviotas. A pesar del frío y del viento salado, se quedaba prendado del destello intermitente, majestuoso frente a las aguas. Quién vería aquella luz, qué pensaría al saberse cerca de puerto. Sería su puerto, la familia que espera, o un hogar vació como el suyo. Pero algún día, algún día su casa sería de nuevo un faro y al verla desde lejos desearía llegar. Algún día al abrir la puerta le llegaría el olor del pescado en salsa, y correría a la cocina a abrazarla.
Estaba convencido; por eso nunca fue al cementerio.
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Lidia -
elMelómano -